La familia de Irene siempre ha sido muy aficionada al arte del plegado del papel.
Por eso, cuando quedamos la primera vez, la palabra origami surgió enseguida y grulla le acompañó...
Ya teníamos claro de qué iba a ir todo esto.
Irene y Jorge diseñaron un logo exclusivo para ellos, y mientras Jorge lo iba dibujando, Irene plegaba cientos de grullas para colocar en la invitación de boda que yo había pensado para ellos:
Una caja kraft (menos las invitaciones que se enviaron por correo, que iban en sobres)
que contenía un tarjetón en cuya portada colocamos una grulla y dentro de él, un desplegable.
En él, la preciosa leyenda japonesa de las mil grullas y el deseo de sentirse acompañado ese día y, para poder plegar cada invitado la suya, los pasos ilustrados a seguir.
Y para llevarlo a cabo, un papel proponiéndoles participar en el objetivo 1000.
Más de 150 grullas para empezar no estuvo nada mal.
¿Creéis que llegaron al objetivo 1000??
próximamente...
mart a.