El domingo me esperaba un nuevo amanecer de la mano de Álvaro, al igual que en mayo de este año y en diciembre del año pasado.
Una vez más hacer un esfuerzo, que caray, a quién le gusta tirarse de la cama un domingo después de trasnochar caseramente.
O tirarse de la cama, en definitiva.
{Me desperté cuando soñaba que iba a una fiesta y que observaba cómo se maquillaba Jackie Rueda para tal fin. Se conoce que era un evento blogger... :0)}
Mi móvil sonaba, tenía los dos {los dos} antebrazos dormidos y desconocida del todo la manera de desactivar la alarma del móvil.
Cuando fui capaz de superar el trance, a vestirse deprisa {pero siguiendo los pasos correctos no como el año pasado que olvidé alguna prenda que otra} y salir.
Para empezar la madrugada, ningún sitio más apropiado que desde los Cuatro Postes, donde se aprecia la ciudad vieja y al fondo, el este y el sol apareciendo despacio.
Empezó nublado y a ratos el cielo iba cambiando, para nublarse más una hora después...
Y durante esa hora me tiré campo a través, subí y bajé, aluciné con el desbroce del margen del río que están haciendo y volví a recorrer los mismos lugares que un año antes para ver las diferencias que recordaba...
Un año y un mes separan a estas dos fotografías que veis abajo...
Es impresionante cómo cambia todo dependiendo del cristal con que se mire, de la luz que lo ilumina y los grados que lo calienta...
Y es impresionante tener la fuerza de voluntad suficiente para lanzarte a verlo.:0)
Merece la pena.
Vuelta a casa
GRACIAS ÁLVARO
mart a.