Como os contaba en la entrada titulada un sueño en forma de mail preparé unas manualidades para la revista El Mueble.
Hoy va otra.
Una facilita y para que veáis que en esta casa lo del reciclaje se lleva hasta las últimas consecuencias.
Se podría titular:
Que hacer con unos botes de aceitunas vacíos y unos botes de pintura medio llenos
Y esto fue lo que contaba entonces
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¿Verdad que son bonitos los tarros de mermelada vestidos con telas?…
Sí, pero ¡es que estos no son tarros de mermelada!
Os explico…
Habitualmente necesito pintura para mis diferentes proyectos, que si muebles, cuadros, dibujos…
Pero generalmente sobra algo de pintura que cuando vas a necesitar ya se ha secado, porque las tapas de los botes nunca vuelven a encajar bien.
Por eso lo mejor es conservar todo el sobrante en tarros de cristal, herméticamente cerrados.
Y para dejarlos como se merecen terminar vistiéndolos.
MATERIAL
Pintura. Imprescindible.
Tarros de cristal
Telas: a juego con los tonos de la pintura
Cuerda
Cartulina
Paleta de plástico de cocina
Para trabajar: tijeras y un lapicero.
Un perforador de agujeros tampoco nos viene mal.
Un perforador de agujeros tampoco nos viene mal.
PROCEDIMIENTO
Primero limpiamos los tarros de cristal de cualquier resto de etiqueta. Yo lo hago en agua caliente y raspando con un cuchillo.
Después es tan sencillo como traspasar el sobrante de cada bote de pintura a los tarros de cristal.
Yo me ayudo de una espátula de plástico de cocina (luego sólo hace falta limpiarla con papel absorbente y lavar hasta eliminar los pocos restos que quedan)
Cerramos el tarro firmemente
Cortamos círculos de tela (para saber el tamaño adecuado poner la tapa sobre la tela y dejar alrededor 5 centímetros aproximadamente)
Colocar la cuerda alrededor y atar.
Cortamos rectángulos de cartulina y doblamos para formar una etiqueta
Perforamos un círculo en el extremo
En la parte de fuera ponemos la referencia (por si necesitamos adquirir más) y el color (porque hay tonos que aún siendo parecidos pertenecen a distintas gamas de colores)
Yo acostumbro a escribir por dentro qué objetos, paredes, etc, pinté de ese color, por si necesito utilizarlo en reparaciones o como referencia para otras aplicaciones. Así me ayuda a saber cómo queda una vez pintado.
Colocar la tarjeta en cada tarro.
Y listo.
Nuestras “sobras” de pintura aguantarán más tiempo y serán más fácilmente localizables.
Y ya puestos, quedan mucho mejor.
Ah, que pensáis que no es práctico?
¿Y quién dijo que todo debe ser funcional?
A veces, tan sólo por lo bonito, merece la
pena…
mart a.