El año pasado fui a por ramas de pino taladas de extranjis para poner nuestro árbol porque sabía que si lo intentaba con los niños me iban a bloquear la puerta con sillas.
Al llegar a casa del colegio Alonso torció el gesto y nunca más lo enderezó. Pasaba por el semi árbol y decía con voz a punto de lágrima: "que bonito ha quedado, coOOomo me gusta…"
Y este año dejó caer sutilmente algo así como: mamá, rompes todas las tradiciones y nos estás robando la infancia y nuestros sueños {ya sabéis, mi tendencia al melodrama}
Así que bajé al trastero, rescaté el super árbol artificial y lo pusimos a ritmo de los villancicos de Navidades blancas de Miliki como llevamos haciendo desde el principio de los tiempos.
Siempre han querido un árbol blanco, así que cogí el tamizador de harina, me subí al taburete y un kilo de harina nevó sobre las ramas.
Los adornos pocos y del año pasado, por mí no hubiera ido ninguno para que pareciera más real.
Estoooo, de acuerdo, me pasaré la Navidad recogiendo nieve de los rincones (aunque la verdad es que, si no lo tocas, no suelta nada).
Pero cada vez que veo a Alonso mirando el árbol embelesado o poníendose debajo de él literalmente diciendo: "podría vivir aquí debajo" doy por olvidado lo que va a ser recoger esto en enero.
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A las 12 del día 1 aún no tenía el calendario de adviento…
Tenía materiales de las bodas: botellas de cristal, alguna caja de jamones y vinos, troncos, los pinos minis de todos los años y pizarras...
Así que aunque la idea era otra, salió algo rápido (bueno vale, yo trabajo rápido): pegar los gorros con silicona y los troncos a la caja, unas naricillas de pasta y poco más.
La idea que fuera algo de momento para luego cambiarlo y hacer lo que tenía previsto y mejorarlo, pero creo que se queda así...
Cuando se levantaron se quedaron alucinados con el mundo duende.
No entran en los gorros más que algunos cacahuetes con chocolate, pero eso aquí es tradición.
A mí no me vuelven a acusar de roba infancias.
mart a.
Aquí podéis comprobar:
(ahí mira tú no rompo la tradición ni a tres tirones)
y los adornos para el
árbol de Navidad verdadero más falso de la historia.